Recordemos que Ali creció sabiendo que le iba la vida en respetar los privilegios del hombre blanco y que tenía que ser un buen chico y no cuestionar esos privilegios. Recordemos que no le sirvió de nada y ni siquiera se le permitió cenar en un restaurante de su propia ciudad.
Orgulloso y con una gigantesca seguridad en sí mismo, decidió que ya no iba a respetar las reglas de un juego amañado y que iba a usar su condición de figura pública para exigir el respeto que se le había negado por su color de piel.