Quizás alguien piense que el comportamiento de Ali es poco respetuoso y un mal ejemplo deportivo, pero si meter a dos tipos en un espacio acordonado para que se destrocen mutuamente a piñazos a la vista de todo el mundo es un deporte que transmite valores, preso voy también, sargento.
Ali siempre asumió que aquello no era un deporte sino un espectáculo y que había tantos ojos puestos sobre él que el combate iba mucho más lejos de las 16 cuerdas.