Es curioso. A mí me educó gente que era del primer tipo o lo defendía. Las personas que he conocido que recurrían de manera habitual al tipo 2 y teníamos suficiente intimidad como para que yo lo supiera era gente muy poco funcional, de algún modo con patologías (sé que no soy precisa; no me refiero a neurodivergencias).
Ha sido bastante raro tratar con gente que recurría de forma fluida al tipo 3. A mí no me sale. El resumen es que yo nunca he sido de un solo tipo aunque si no soy consciente de que estoy cansada, me voy al 2. Y me siento muy culpable por ello, aparte de pensar que nadie o casi nadie lo hace, que es una rareza mía.