TERCER ASALTO. Desprecio
Pese a haber perdido claramente el segundo asalto, Ali no se acobarda. Le grita cosas a Foreman y se sube a las cuerdas para enardecer a un público que aún le corea que mate a su rival.
Ali estaba encantado, 60.000 personas, viendo el combate y todos van con él incondicionalmente. Encima son todos negros, lo que le hace sentir una comunión especial, ya que en Estados Unidos el público de las grandes veladas de boxeo es predominantemente blanco.
Aquí no van a abuchearle por increpar a su rival como aquella vez en Las Vegas en que tuvo que decirle cien veces a su rival <<¿Cómo me llamo, tonto?>> porque se había negado a llamarle por su nombre islámico. ¿Cómo podían aquellos espectadores abuchear a un hombre que pide que se le llame por su nombre?