Llevo varios días leyendo análisis en algunos medios sobre la problemática de permanecer en Twitter (no, no voy a llamarla de otra forma) pese a reconocer abiertamente y sin ambages que la plataforma se ha convertido en un hervidero de trolls de extrema derecha y bots (y bots porno) al servicio de los intereses políticos su propietario, el divorciadísimo multimillonario Elon Musk.
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