Mendes era un pianista enamorado de la 'bossa nova' y, en consecuencia, del jazz. En 1962, viajó a Estados Unidos con otros pioneros de la nueva forma de tocar (que, al fin y al cabo, es lo que significa 'bossa nova') para enseñársela a los gringos en el Carnegie Hall y allí se quedó. Mendes se convirtió en el embajador de la música brasileña en EE UU y, para el chovinismo brasileño, eso le convirtió en estadounidense. Fue mucho más respetado en Los Ángeles que en Río.
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